Candy Bar - Montevideo

Es un lugarcito re lindo. Las tres veces que fui, los platos que venían en la carta ya no quedaban todos. Pero es un lugar lindo.

Fuimos varias veces al Candy, esta última vez no me fui con la misma impresión de las anteriores, che.

Recién ahora puedo contar lo que me pasó, porque estaba muy vulnerable para defenderme, ¿viste?

El lugarcito está re piola, con una decoración vintage que se destaca, la atención de diez y muy buena onda. Llegamos casi a las 19 horas para merendar pero estaban cambiando el equipo para la cena, no había tanta variedad pero se pusieron las pilas en brindarnos lo mejor, los postres una delicia, probamos la tarta vasca con quinotos y el postre de banana ambos en una buena porción, el té y el café riquísimos.

Me encantó la comida. Fuimos con un grupito a almorzar. El servicio un poco lento. Se olvidaban de traer los platos, capaz que precisen más personal.

Me encantó Amé, un boliche chico con un menú de almuerzo re variado, sabroso, a buen precio y con ingredientes de primera.

Excelentísima atención por parte de su personal/dueños, ¡un lujo total! Los precios son acordes a Uruguay y obviamente muy caro para un argentino (x5). Tiene un menú acotado pero bastante elaborado. La música es 11 puntos de 10, una selección genial. Además, fuimos recibidos con una atención de la casa para acompañar un flan de coco tremendo. Muy recomendado, y aprovechen para ir al mediodía que no hay espera. ¡Una experiencia que vale la pena vivir!

El bagel con camarones estaba re rico. La atención estuvo bien.

El rinconcito es chiquito pero con un lindo ambiente. Fui un domingo, día en el que solo ofrecen brunch, y solo una opción, che. La comida eran unos huevos revueltos con tomate y una tostada. La porción era bien chiquita, sobre todo para lo que se paga. El postre de tostadas francesas con fruta estaba rico aunque le pusieron demasiada miel. El café estaba bastante bueno. La espera fue re larga, la verdad.

Buen lugarcito para almorzar o brunchear en Montevideo, tiene una carta simple pero bien rica. El lugar es chiquito pero re lindo, con una decoración copada. El servicio es amable. Los precios son un poco elevados para lo que ofrecen a veces (por ejemplo, el brunch que traía tostadas con huevos revueltos, un panqueque y un jugo de naranja por $800). Sin embargo, la comida es sabrosa y vale la pena darle una chance. ¡Que esté abierto los domingos es un puntazo a su favor!