Restaurante Blanes - Montevideo

La visita al restaurante fue el 14 de febrero. El menú era chico pero re exclusivo para esa noche, che.

Un hermoso lugarcito con un ambiente re tranquilo, acogedor y música suave. Buen servicio y precios normales.

Tenía buenas referencias del lugar, che. Pero parece que no fue el mejor día para ir, porque estaba hasta las patas de gente. Fuimos arriba y no se podía prender el aire acondicionado, ¡porque les habían afanado el control remoto! Igual nos quedamos, pero fueron re macanudos y nos ofrecieron una mesa abajo.

Los precios nos parecieron un cachito caros y la milanesa napolitana no era gran cosa (estaba rica, pero no era algo que ¡uf!). Ahora, los sorrentinos de jamón y queso con una salsa cuatro quesos que nos sirvieron... De lo mejor que he comido en mi vida. ¡Exquisitos!

La comida estaba rica, che. Pedimos una milanesa napolitana que era una porción generosa y una lasaña de carne braseada. Pah, qué lástima que la lasaña tenía solo la mitad de carne braseada y la otra mitad vino con carne picada, que no tenía ni un poquito de sabor. La atención fue buena, pero se tomaron una eternidad en traer la carta y después la comida, ¡qué quilombo!

Qué lindo lugarcito para una cena tranquila, che. Capaz que sea chiquito, pero el servicio de William y los demás es destacado, ¿eh? El menú está repleto de delicias, especialmente las pastas, frescas y con unas salsas para chuparse los dedos. Los precios son justos y no son caros considerando la calidad de la comida y la amabilidad en la atención. Eso sí, ojo que el baño no es accesible, ¿eh?

Fuimos un sábado a las 14 horas y estaba prácticamente hasta las chapas.

¡Qué lindo lugar, che! Las porciones son bien servidas y la comida está bárbara. El servicio es re completo y amable. La posta que volvería a este lugar en el futuro, sin dudas.

El mejor lugar de pastas de todo Montevideo. La atención es excelente, los pancitos son una delicia y la mayonesa que te traen para acompañarlos es espectacular. La pasta es sabrosa y abundante, al igual que sus licuados. Sin ninguna duda, es mi lugar favorito.

Qué rico que estaba la pasta, ¡una delicia! Probamos varios platos y todos estaban buenísimos. Lo que más me sorprendió es que no me cayeron pesados ni me provocaron malestar, lo cual es genial porque a menudo cuando salgo a comer fuera de casa termino el día sintiéndome incómoda y repitiendo la comida. ¡Pero esta vez no pasó eso! Los panes también estaban riquísimos. El lugar es muy cómodo, con dos baños que estaban impecables, con jabón y toallitas de papel. El salón de abajo es precioso. Definitivamente volvería y lo recomiendo totalmente.